domingo, 22 de septiembre de 2013

Esnatu barruan duzun dragoia/Despierta el dragón que tienes dentro

dragon

El libro “Una Revolución en la escuela” (Ed. Obstare ,2013) de Cristina Romero es una invitación para revisar “el mundo educativo”, es un viaje hacia el despertar de aquellos que se quedaron dormidos.
El curso escolar ha comenzado y el reencuentro con los amigos y amigas, maestros, padres y madres inundan las clases de abrazos y sonrisas. ¿ O no?.
Hay quien va a la escuela con la cara de sorpresa para aprender de la vida porque vivir es aprender y hay quien irá con las sábanas pegadas, arrastrando los pies para sentarse y escuchar dormido al maestro.
Cristina nos cuenta que todos llevamos un dragón dentro, una fuerza vital interior que es el motor para vivir y aprender. Pero algunos han dejado de escucharse para escuchar a otros y su dragón se ha ido acallando, se ha quedado dormido.

¿Cómo es el dragón que habita en todos nosotros?
Nuestro dragón está conectado a nuestro corazón, lo escucha y sigue sus dictados. Es un insaciable buscador de experiencias vitales y continuamente encuentra nuevos retos y preguntas sobre el universo del que forma parte. Tiene una curiosidad innata, ganas de experimentar, jugar y crear. Todas las personas, todos los dragones, sin excepción encuentran placer aprendiendo de la vida, realizando conexiones y viviendo experiencias.
Nuestro dragón está vinculado a la naturaleza, es biófilo. Le gusta y disfruta con el agua, la arena, los animales, los árboles. Ama la madre Tierra.
Nuestro dragón tiene capacidad para autorregularse al estar conectado con las necesidades de su cuerpo. Sabe lo que necesita comer, sabe cuando tiene frio y cuando tiene calor.
Nuestro dragón desarrolla sus propias estrategias de relación, se permite el error ya que sabe que el equilibrio deja atrás un desequilibrio. Aprovecha el conflicto como una oportunidad para cultivar la inteligencia emocional
El potencial de dragón que todos tenemos nos acompaña toda la vida desde que nacemos.
¿Cómo se queda dormido nuestro dragón?
“Es cierto, existen “los niños dragones dormidos”, y son muchísimos en nuestra sociedad…Niños que han vivido toda una vida tan dirigida y controlada desde afuera que a estas alturas de sus vidas no saben lo que necesitan sin indicaciones ajenas y se encuentran, por ejemplo, abrigados cuando tienen calor: desconectados de sí mismos, sumisos, aburridos sin saber a qué jugar, con la mirada puesta en el otro… capaces de enfriarse si no les pones la chaqueta o se la quitas… porque nunca han asumida la responsabilidad de sus vidas ni de sus cuerpos.”
¿Cómo despertamos al dragón?
Con confianza. Con Amor.
“Para que todo niño pueda dedicarse a su proceso de crecimiento, antes ha de tener sus necesidades básicas cubiertas. Y entre esas necesidades básicas se encuentra, como prioritaria [....] la necesidad de sentirse queridos y cuidados. [....] Necesita vínculos seguros desde donde lanzarse a conquistar el mundo, confiado, nutrido y satisfecho. “
Cuidando el vínculo afectivo del niño y la familia. Con una mirada de no juicio, con profunda aceptación a todo su ser. Evitando cortar sus procesos emocionales, sin interrumpir su conexión con lo que sienten y permitiendo que los niños se expresen sin intervenir o distraer, ni acallar sus sentimientos. Todo sentimiento está incluido y puede ser expresado de una manera que no dañe al propio niño a otros o al entorno.
Respetando los deseos y necesidades de los niños.  Acompañando sus necesidades, sus demandas, sus ideas y sus locuras. Ofreciendo un espacio donde los niños tienen libertad para escoger, decidir sobre su aprendizaje al tiempo que se sienten sostenidos y seguros, por el respeto a unas normas.
Confiando en su capacidad de autorregulación y para ello es necesario dejar atrás el miedo y dejar de controlar y dirigirlo todo, aparcar los incentivos y celebraciones de determinados comportamientos que queremos favorecer. Permitiendo y confiando en sus propias estrategias de relación sin entrometernos rápidamente en resolver los conflictos infantiles.
Permitiéndoles jugar libremente. Confiando y sabiendo que jugando se esta desarrollando por dentro, en lo invisible, no demostrable en fichas ni álbumes, ni cuadernos, ni libros, ni exámenes.  Ofrecer oportunidades de aprendizaje autónomo, con actividades auto-correctivas.
Preservando a la infancia de un desarrollo precoz a nivel mental que lo aleje del respeto y conexión con el cuerpo y los ciclos de la naturaleza.

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